jueves, 12 de noviembre de 2015

Oscuridad 3/3

Yazco inmóvil cual estatua, en este limbo de oscuridad eterna, no sé que va a ser de mí.

Nada perturba mi estancia, el silencio que me rodea me abraza letalmente como la cobra a sus víctimas, enroscandose por todo mi cuerpo y oprimiendo cada centímetro poco a poco, fundidos en su letal abrazo. Parece disfrutar del tormento que me aflige.

La barba empieza a crecer más de la cuenta, si este mundo oscuro se rige por el mismo tiempo del mundo de luces en el que estaréis vosotros ya habrán transcurrido más de cuatro semanas de mi caida a este palacio de las tinieblas.

Nadie ha venido en mi búsqueda, no sé ni como puedo plantearme que alguien se moleste por mí, a fin de cuentas soy quién se alejó de todos.

Me quiero acordar de vosotros pero en mi mente ya no queda nada más que la desdibujada sombra de lo que un día eran rostros. De hecho ni recuerdo mi propio cuerpo. Quizás nunca he existido. ¿Quién soy? 

O mejor dicho... ¿Qué soy? 

El abrazo de mi letal compañero ya apenas lo noto, incluso diría que ya he dejado de ser prisionero de este lugar, lo siento por completo, algo ha cambiado en mí, soy uno con este mundo de sombras. Me incorporó por vez primera desde que llegué aquí, el agujero sigue perfectamente en mi pecho pero ya no me asusta, mi corazón no desapareció; simplemente se fundió con la oscuridad y ahora esta le da la energía para seguir bombeando, ella me mantiene con vida.

Así que alegremente me vuelvo a tumbar y sonrio, este es mi lugar ahora.



Los años han debido pasar y aquí sigo, imagino que la locura ya me ha invadido o quizás siempre fue mi fiel compañera.



martes, 13 de octubre de 2015

La resolución.

     La sentencia ha sido por fin dictaminada.

    Qué funesto destino el mío; a nadie le deseo sufrir tal condena jamás en su vida. Me he postrado ante su señoría rogando misericordia, implorando por su perdón, que por aquello más ame se replantee el destino tan atroz que me ha otorgado y así con su gentil mano suavice mi castigo. Pero inflexible cual vara de acero y duro cual diamante no cede ni un suspiro.
   Caigo rendido, aceptando que mi cruel sino está sellado. Mis párpados que ahora son presas inundadas por las lágrimas contenidas no pueden más y ceden, se abren por fin camino inundando la sala de lamentos.
    Aprieto con fuerza el puño, arrugando más aún la hoja de mi sentencia; recordando el horrible momento en el que pude leer que mi destino era el de ser libre.


jueves, 24 de septiembre de 2015

Ciegos.

Estas líneas son mi despedida, mi último pensamiento a todos aquellos que pensáis en conocer mi reflejo y apenas vislumbráis el espejo.

Vuestra luz os ciega al igual que lo hace mi oscuridad.

La única diferencia es: yo me atreví a buscar qué habitaba en las sombras, en vez de quedarme en la ignorancia y confort de las luces. 

Luces que perseguís a ciegas para que os guíen a través del desfiladero.

Y yo desde aquí abajo veo como esos pequeños destellos os guían a través de la lemniscata.

Entonces doy medía vuelta y sigo mi descenso infinito a lo desconocido.